Los límites personales y su ruptura
Vivimos en nuestro propio mundo, pequeño y seguro, definido por barreras o límites invisibles pero muy verdaderos. Estos límites son formados por nuestras experiencias colectivas con el mundo que nos rodea, algunas de las cuales son positivas o gratificantes, otras negativas o frustrantes…
Todos nuestros sentidos – el olfato, la vista, el oído, la percepción vestibular, el gusto, el tacto, la nocicepción y la propiocepción – contribuyen a la formación de estos límites que eventualmente nos dicen dónde comenzamos como un todo perceptivo, y dónde comienza el resto del mundo. Nuestra percepción inconsciente de estos límites nos permite trasladarnos por el mundo sin literalmente chocar contra obstáculos que no son parte de nuestro propio yo.
Durante nuestro desarrollo como bebés y niños, recibimos información positiva o negativa de experiencias sensoriales que contribuyen a nuestra percepción inconsciente de nuestros límites seguros. La retroalimentación (feedback) dolorosa o desagradable nos conduce a evitar movernos más allá del límite creado por aquella experiencia, mientras que la retroalimentación positiva nos estimula para explorar más el área de esa frontera. Basados en este proceso de retroalimentación sensorial, formamos y reformamos continuamente nuestros límites; basados en nuestra continua experimentación y los mensajes sensoriales asociados con ella. A partir de estas experiencias, formamos una conciencia muy específica de hasta dónde podemos desafiar el mundo alrededor de nosotros con seguridad.
En teoría, el concepto perceptivo de nuestros límites podría ser comparado al menos en parte con nuestro sentido de sí mismo. Lógicamente, cuanto más positiva sea nuestra experiencia vital y cuanto más intensa la experiencia sensorial positiva asociada a ella, más sólido será nuestro sentido personal de límite. Cuanto más sólidos sean nuestros límites, más seguros y eficaces seremos en relación con el mundo exterior. En muchos aspectos, este concepto de límite proyecta una entidad basada en lo fisiológico y perceptivo casi tangible.
Bob Scaer, The Body Bears the Burden